En el recoleto patio de mi casa
he plantado un fragante laurel
cuando me siento en mi sillón
para recordar el nombre de mi querer
atemperando el deseo de pasión
a esta encantadora y joven mujer
que me ha deslumbrado de ilusión
por ser tan alocadamente hermosa.
Su nombre primaveral todo lo dice
la flor más delirante llamada Rosa
la fatalidad de un absurdo destino
caprichoso y rebosante de tabúes
los causantes de mi escabroso sino
es recalcitrante y torpe disimulo
quiero deshojar a esta mi bella rosa
pienso en habladurías de poca monta
murmuraciones que no salen al tranco
de mi calle todas son muy añosas y viejas
cascan hasta por flacos y arrugados codos.
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Manuel Suárez Madrigal
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