Son dardos de mirada penetrantes de sosiego
soy preso de los cerrojos de tus negras pupilas
cuando las abres al mundo el corazón estalla
con los carnosos labios de tu extravagante sonrisa
son galernas en los lejanos y sofocantes piélagos.
Soy naufrago aferrado a tu descomunal belleza
que nos transportará a las arenas de una bahía
para sentir la humedad de tus jugosos labios
y enterrar el reloj en las cálidas arenas de pasión
hasta que la palidez de la luna llena nos desate
engullidos en la lava de un volcán de fogosidad
que no sofocarían todas las aguas de un océano
rebosante de amor, indestructible e inapagable
sólo por un dios Heleno que sea cruel y vengativo
como Poseidón con todo el poder de destrucción.
Jamás nos arrancarán de las férreas garras de pasión
que han enraizado en el seno de dos corazones
furtivos y añorantes de sentir eternas melancolías.
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Manuel Suárez Madrigal
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