El autobús, la trayectoria del camino
por su rica vega jalonada por secaderos
de pueblos madrugadores de vecinos
que se afanan en sus tareas agrícolas
en el autobús que recorre a su destino
he conocido a una dama madrugadora
desafiante a calores, escarchas y fríos.
La dama pacientemente espera su llegada
como espera a su esposo muy querido
de que el manto de la noche se queda en nada
estática y llena de pasquines la marquesina
para trasladarse a su trabajo a su manera.
Dama de talle juncal y de elegancia fina
sin despreciar su candorosa y dulce sonrisa
de multitud de tareas, el planchado y la cocina
amena conversadora, suave como la brisa
espontánea en el verbo, absorbente, te fascina
caudal de belleza, es un torrente que ameniza
solo con escuchar tu dulce voz de soprano
corazones escasos de amores y de sonrisas
por razones que yo no entiendo en verano
como secas hojas arrastradas por la brisa
por cortos senderos en el autobús suburbano
princesa de las mareas, tu caminar es de prisa
eres sabrosa como el brazo de un soberano.
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Manuel Suárez Madrigal
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