Olas de tórrido desamor y desengaño
con tantos lustros robados a mi vida
de infinidad de poemas hechos añicos
cuánta mentira, chantajes y tanto daño
me llevaré a mi oscura y fría tumba.
Ya atardeció en mi onomatopella un estallido
como solitario anacoreta en mi calvario
no deseo mal alguno, sólo oigo mi gemido
como morlaco en la arena sangrante
aterrorizador del jaleo que se siente herido
con la dureza del ensordecedor de las hordas
que aplauden sin saber lo que ha acaecido
en los dantescos infiernos de un solitario
una mente que sus neuronas están vacías
sin articular rencilla y recuerdos maltrechos
que celosamente atesoraba en el armario
de mi poblada, tupida y escarchada sesera
seguiré escribiendo pero no mi diario.
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Manuel Suárez Madrigal
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